Nais escritoras

Seguindo co tema das familias, presentámosvos outro exemplo:  Jeny Guldrís, á que agradecemos o precioso texto que escribiu para contarnos a súa experiencia coa literatura, no seu caso o seu xénero son os microrrelatos. Reproducímolo tal como nolo enviou, moitas grazas!

Me gustaría trasladaros una reflexión antes de que leáis mi microrrelato “La conga del contrato”. Temo que va a ser más larga que el propio microrrelato, pido disculpas. 

Siempre he disfrutado leyendo y escribiendo.  Mis géneros son la ciencia ficción y la fantasía épica: son el legado de mi madre. Ambos me permiten abstraerme y dejar volar la imaginación,  además proporcionan el campo de pruebas perfecto para extrapolar la realidad y modelar a gusto una nueva o simplemente ampliar la perspectiva para explorar alternativas.  En resumen, escribir me libera la mente.

Así que,  cuando descubrí el concurso “Relatos en cadena”, me propuse un reto personal: participar y ganar usando mi imaginación. Sólo debía escribir, todas las semanas,  un microrrelato de no más de 100 palabras sin incluir el título,  y el inicio sería la última frase del microrrelato ganador de la semana anterior.  Fácil, ¿no?

Os adelanto que todavía no lo he conseguido, pero uno de mis microrrelatos       (” La conga del contrato”) llegó a la final semanal y aunque fue una experiencia fantástica no es de lo que me siento más orgullosa.  He aprendido a trabajar con constancia y a aprender de todos y cada uno de mis errores. Mi orgullo es poder dar ejemplo a mis hijos, Hugo e Íker . 

Por último,  os animo a todos a escribir, lo que queráis, como queráis y por la razón que sea,  desde descargar la mente,  alimentar la imaginación, mejorar la redacción o incluso ganar un concurso; todas son lícitas y con todas saldréis ganando.

Como ya he mencionado,  mi microrrelato lleva por título “La conga del contrato” y si lo repito es porque el título es la clave que da sentido a la historia. 

La frase con la que mis compañeros y yo debíamos comenzar a escribir fue:  “Procuraba no perder sujetándole las nalgas” y la historia que yo creé fue…

“La conga del contrato”

Procuraba no perder sujetándole las nalgas a su compañero de delante, el informático rarito con talla XXL al cubo,  ya que era físicamente imposible agarrarlo de las caderas; que vamos, por lo menos podría haberle tocado delante la secretaria del jefe,  pero no.  Y así continuaban,  bailando la conga alrededor de las seis sillas que quedaban,  pendientes del índice del jefe apoyado en el stop del viejo radiocasete.

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