De Homero a Machado no Día da Poesía

Deixádeme que vos achegue hoxe, día da poesía, uns versos do “Poeta”, do cego de Quíos, de Homero. Son as palabras coas que Glauco, incomodado, lle replica a Diomedes no canto VI da Ilíada cando lle pregunta pola liñaxe dos homes:

 

οἵη περ φύλλων γενεὴ τοίη δὲ καὶ ἀνδρῶν.

φύλλα τὰ μέν τ᾽ ἄνεμος χαμάδις χέει, ἄλλα δέ θ᾽ ὕλη

τηλεθόωσα φύει, ἔαρος δ᾽ ἐπιγίγνεται ὥρη·

ὣς ἀνδρῶν γενεὴ ἣ μὲν φύει ἣ δ᾽ ἀπολήγει.

 

Segundo a xeración das follas, así a dos homes.

Espalla o vento as follas polo chan, e a selva,

enverdecendo, produce outras ao chegar a primavera;

da mesma sorte, unha xeración humana nace e outra fenece.

 

E véñenme á idea tamén aqueles versos que, moitos anos despois,  escribía Antonio Machado “A un olmo seco”. Neles resoan as palabras do mestre Homero:

 

Al olmo seco, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

 

Cantounas tamén Joan Manuel Serrat. E son boas para pensar como vivimos e para que vivimos.

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